¿Qué soy? ¿Quién soy?
Noches, noches oscuras, en las que mi mente me juega malas pasadas,
pregunta miles de cosas, le respondo con otras miles, pero no se convence, no
se rinde, siempre ahí, presionando, imponiendo su autonomía, sin que ninguna
respuesta le calme la sed, la curiosidad, las ganas de hacerme decir más y más.
Me hace cuestionar tantas cosas ¿quién soy? Alguien, algo, de eso no hay duda,
pero ¿qué soy? Tengo nombre, eso debería contar. Observo situaciones, analizo circunstancias,
las repaso y todo indica que allí es cuando debería emitir opinión sobre ellas,
pero no, prefiero el silencio, crear una divertida secuencia de paradigmas
hacía los demás, divertidas para mí, desconocida para muchos, rara para otros,
pero, mi propio código finalmente, y no lo practico en plan de misterio, sino
para formar mis propias ideas. Eso te debe dar una perspectiva de lo que soy,
incluso creo que dice mucho de mí.
Quizás sea un error ese enfoque en mi mundo, ese enfoque que te doy,
mente, tanto, que a veces creo que me olvido de lo primordial. Aún recuerdo las
veces que me pregunté si estaba haciendo las cosas bien, hoy puedo decir lo
equivocada que estoy, lo equivocada que estaba. Jamás podré dejarte, estás
allí, no te irás, hasta que me vaya contigo, y aun así, no podría asegurar que
te marches también, mente. A veces te maldigo,
lo hago como una vikinga, te escupo, te torturo, y tú te ríes, te ríes de mí
por tratar de aislarte, por no entender que aunque seamos dos, somos una, pero,
en cambio, a veces te idolatro, por acompañarme, por siempre estar allí, por
permanecer incluso cuando yo me quiero ir, riéndote de los que me dañan,
queriendo a los que me quieren y siempre analizando, juzgando que es lo bueno y
lo malo de cada cosa.
En realidad no sé si te hablo a ti, mente, o si sólo me hablo a mí, a
ese yo interno, quizás sean las dos cosas, la necesidad de tener una
conversación conmigo, contigo, plasmarla en letras, que no sólo se queden en
ideas inconclusas, esa necesidad de encontrarme, de encontrarte, de formar un
acuerdo donde ninguna nos afectemos, pero, retrocedo y sé que es imposible;
cuan contradictorio suena esto, respondes.
Soy un manojo de contradicciones, soy lo que quiero ser incluso cuando
no soy, o puedo ser lo que no quiero cuando sí lo soy, estás cosas sólo tú las entiendes,
sólo yo las entiendo y sigo viviendo en mi circulo, en mi cuadrado, en mi
triangulo, en cualquier figura que no deje entrar nada más, encerrada contigo,
temiendo que todo lo que me rodea un día se derrumbe, un día deje de funcionar,
deje de existir, miedo irracional a toda conexión que vaya más allá de lo
cotidiano, viendo a mis amores que sólo aparecen en páginas de libros, viendo a
mis viejos amigos con sólo algo en común, el pasado que compartimos, a los
actuales como grandes personas a quienes adoro, pero, cada quien en su mundo,
en su “onda”, y yo, habitando cuatro paredes, contigo, mente. Que vivo
encerrada, dicen unos, que deje de soñar tanto y vea las realidades, dicen
otros, equivocados ambos grupos, se está "encerrado" cuando lo que
está fuera de ese lugar de comodidad, te resulta más cómodo que el mismo, y no
es así, nada mejor que estar conmigo misma, y contigo, mente, por otra parte,
la realidad siempre está allí, nada más monótono que vivir para ella; por ella,
tal vez, pero, para ella; nunca.
Sé que es rara la forma en que este "yo", de pronto se
convirtiera en un "nosotros", pero sin alguien más, sin anexar
ninguna entidad extraña a mí, sólo tú, sólo yo, nos conocemos desde la
concepción, qué bella es la pluralidad en este caso, eres mía, sí, uso ese gran
adjetivo posesivo, ya que, eres lo que conozco, mente.
Algún día sé que podré
responderte apropiadamente lo que soy, hoy solamente puedo definirme como la
representación de mi nombre, tu querida amiga, si buscas eso, tu confidente, si
lo prefieres, soy de ti, tú de mí, me controlas, te controlo, haces posible que
te hable, como ahora lo hago, te puedo leer, escuchar, todo a la vez, eso es
algo bueno y mientras sigan tus cuestionamientos, de seguro seguiré vociferando
groserías e insultos hacia ti, pero también seguiré apreciando que la vida me
haya dado el “don” por así decirlo, de tenerte, de no tener una mente
conformista, de tener sed de conocimiento, curiosidad, y omitir ese estúpido
afán por agradar a las masas, finalmente entiendo que de nada vale remar contra
la corriente, el soy ocupada demasiado espacio en el seré, seguiré diciendo no
sé, y viviendo en la posibilidad, seguiré observando, seguiré callando, seguiré
tal cual como antes de escribir esto, aún me pregunto por qué soy como eres,
pero, eso también me lo seguiré cuestionado. Me encuentro contigo, en una
sociedad, en un enorme síndrome en proceso de extinción, pero, si amas algo
habrá consecuencias, dicen, yo amo vivir, y luchar cada día contra la igualdad
de muchos y mi desigualdad, es la consecuencia.
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