lunes, 9 de julio de 2012

Ausente destinatario.

Cito:
 "El padre debe ser el amigo, el confidente, no el tirano de sus hijos."

¿Por dónde comenzar? Son más de trece años desde ese momento en que te fuiste, desde ese momento en que me di cuenta que las cosas cambiarían, desde esos traumáticos cuatro años de edad donde comenzaste la intermitencia, desde esos días, lo supe, papá.

Sabía que siempre estarías allí, sabía que con tus infinitos “Te amo” llenarías mi vida para siempre, por la eternidad, en cada dificultad, en cada paso en falso que diera, antes lo sabía, hoy me queda claro que sólo eran pensamientos infantiles.
           
                                
 
No sabes lo feliz que me hacías con tus llamadas, con tu pregunta favorita “hija ¿hasta dónde me amas?” A las que yo no sabía más que responder “de aquí al infinito, papi” y que tú retabas “pues, yo te amo más allá, mi amor” y la conversación podría tornarse interminable, esas salidas únicas, ese amor que irradiábamos, esa distancia que no era más que ganas de vernos, esas expectativas una y otra vez de que los fines de semana tal vez podían durar mucho más tiempo, de que mami y tú estuvieran juntos otra vez, y fuéramos felices, felices los tres. Hay muchas cosas que de niños ignoramos, demasiadas, diría yo… o simplemente estamos tan encerrados en la inocencia que no nos damos cuenta de la realidad ¡Qué tristeza! Y que alegría a la vez.

Acaso hiciste que mi mamá me mintiera tantas veces cuando le preguntaba ¿Y papi, mami? Porque ella no hacía más que decir que vendrías, pero ya no te quedarías tanto como antes, grande mami, siempre intentando tapar el hueco que dejaste en mi vida, en su vida, en esos días. No sabes las ganas de correr hacía ti cuando mamá me regañaba por algo, de refugiarme en tus brazos, pero, no estabas, de sentirte presente, así fuese para que me dijeras cuando no hacía las cosas bien, te necesité papá, y quizás, aún lo siga haciendo, no sabes las veces que le oraba a ese Dios, pidiéndole religiosamente, todos los días, que volvieras, y las veces que vi a mamá llorando cuando yo decía esas palabras, no entendía por qué, hoy lo entiendo.

No sé si decirte Papá, Papi, o sólo Padre, hoy esos son sólo recuerdos, a veces, no me dan ganas de pensar en eso, es tanta la distancia convertida en ausencia, que prefiero ignorar todo, ignorar que no estás como quisiera, ignorar que tengo un padre, alguien que me engendró, no te busco, no te recuerdo que existo, a veces hago eso, tú lo llamas orgullo, yo lo llamo desorientación, no entiendo como alguien puede amar e ignorar tanto a la vez, nunca lo entenderé.

En cambio otras veces, creo que estás lanzando contra mí esas infinitas discusiones con mi madre, eso que sea lo que sea haya pasado en su pasado ¿lo estoy pagando yo, acaso?

Es imposible colocar un orden de ideas al hablar de ti, simplemente no sé por dónde comenzar, por dónde terminar, son tantas cosas que te debo, y que no te debo…¿estuviste en mis mayores logros? No, papá, no… y a veces, piensas que son cosas sin importancia, pero, no sabes lo que me hubiese encantado tenerte al enfermar, al ganar una competencia, al superar mis expectativas sobre algo, no estabas allí o estuviste muy poco, y sigue siendo así, sigues estando sólo cuando tu vil interior te recuerda que tienes una hija, sigues siendo muy inconsistente.

Hoy sólo llamas, para recordarme mi decepción, para desestabilizar, más, mi vida, para decir cosas sin fundamento, para internarme más y más en esa desorientación que trece años me ha costado alejar, para hacerme consciente de que cada día te alejas más de mí, para hacerme arrepentir de no haberme ido, lejos, con mamá, para recordar esas sesiones de abogados, peleas, demandas, donde me trataban como un trofeo, un trofeo y el ganador me tendría, cuando yo sólo quería tenerlos a los dos, a mami y a ti, por igual, hoy no sé que sentir, papá, soy muy cobarde para decirte la cuarta parte de lo que aquí escribo, algún día tendré la fuerza necesaria para hacerlo, mientras tanto, deseo que algún día no trates de recuperar el tiempo perdido, y que sea demasiado tarde. Pasa el tiempo, papá, y más que tiempo, me dan ganas de recordarte que si el amor no se comunica, como el fuego, se apaga

No hay comentarios:

Publicar un comentario